Con solo 17 años, Adriana Cerezo es una de las benjaminas de la expedición que representará a España en los Juegos Olímpicos de Tokio. Debutó en categoría absoluta de taekwondo en 2020, se proclamó campeona de Europa, y menos de un año después, viaja a la cita olímpica para competir en categoría -49kg
A Adriana Cerezo no le pesa la presión, ni acusa haber pasado de ser una promesa nacional del taekwondo a ser la única representante femenina en los JJOO en dicho deporte. Quiere seguir los pasos de Brigitte Yagüe y Eva Calvo, plata en Londres y Río, y tiene en mente el podium: «Como objetivo, hemos marcado la medalla de oro olímpica, es para lo que hemos trabajado».
Pese a su salto precoz a la máxima categoría, donde debutó el año pasado primero en el Campeonato de España y después en el Open de Suecia, tanto ella como su equipo quieren aprovechar la oportunidad y reconoce «no haber notado mucho el salto», ya que su vida ha sido «muy lineal». Refiriéndose a su debut en categoría internacional, Cerezo expone lo siguiente: «Veníamos con la idea de seguir un proceso de formación, porque el objetivo final es lograr una medalla olímpica, pero no íbamos a dejar escapar las oportunidades que nos diesen«.
Y lo han aprovechado. En el Preolímpico de Sofía, la madrileña logró el billete a Tokio tras alcanzar la final, situación que describe como increíble: «Fue de los momentos más increíbles, es una sensación brutal, no te lo crees y parece todo un sueño». Esa clasificación le sirve también como aliciente para seguir trabajando, ya que remarca que «una vez lo vives lo único que quieres es seguir viviendo ese tipo de emociones«.
La madrileña dice no tener presión, sino todo lo contrario, ya que apunta que «lo bonito de todo esto son las expectativas que se crean en ti», y además añade que le hace «muchísima ilusión tener la oportunidad de que a la gente le haga ilusión y lo viva conmigo, es de las mejores experiencias que voy a vivir de todo este proceso».
Con una madurez notable pese a su corta edad, habló de su experiencia compaginando la situación de confinamiento por COVID-19 con sus entrenamientos, cuando encontró en sus padres sus mejores apoyos. «Entrenaba en casa con mi padre con las protecciones puestas y sujetando, mientras mi madre veía, animaba y comía pipas mientras le tenía que pegar». El contacto continuo con su equipo por medio de zoom le permitió que, cuando se abrieron los gimnasios, la preparación física ya la tuviera. «Solo teníamos que hacer ajustes distintos de lo que habíamos perdido en ese tiempo», añade.
Entrenamientos, COVID-19 y estudios. Porque Adriana Cerezo no ha dejado de lado su formación, ya que dice que «siempre hay tiempo para todo», y que es cuestión de prioridades. «Al final cuanto más tiempo tienes es cuando menos lo aprovechas porque dejas pasar más las cosas, pero cuando te pilla todo de golpe (campeonatos, exámenes), sabes que no hay tiempo para tonterías». El aprovechamiento del tiempo es vital y la taekwondista aprovecha todos los momentos para estudiar; los aviones, después de comer, antes de entrenar.
Ahora, a dos semanas de que inicien los JJOO de Tokio, que se disputarán sin público, Adriana reconoce estar centraba en su preparación sin prestar atención a sus futuras rivales en competición: «Somos un poco pasotas, en el sentido de que nos gusta centrarnos en nosotros mismos y en lo que podemos controlar«. Aunque desconoce a rivales como las asiáticas porque nunca ha podido enfrentarse a ellas, insiste en que lo importante es «potenciar lo nuestro al máximo y estar pendientes de lo que podemos controlar allí».
Con las ideas claras, Adriana Cerezo busca la gloria olímpica con tan solo 17 años.